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viernes, octubre 22

Holguín, su historia, sus cultores

Estos tiempos de covid lo dificultan todo. Pero Leyanis Luis Lahens, estudiante de la Universidad de Holguín, pudo más que la pandemia. Tenía una evaluación a realizar y entendió que para satisfacerla debía entrevistarme, así fue que un día, al yo salir de la sede de la UNEAC en Holguín, me abordó y me planteó su necesidad. Accedí gustoso y me envió un cuestionario de solo tres preguntas por email. El resultado de ese intercambio lo pongo a tu disposición, lector de Pensamiento Iberoamericano. LLL: 
LLL: ¿Cuáles han sido sus obras publicadas? 
MOC: En total he participado en la publicación de trece libros, aunque sólo cinco han salido bajo mi autoría única, los ocho restantes son fruto del esfuerzo de equipos o la compilación de artículos de diferentes autores. Los títulos bajo mi autoría son: Miradas de hoy a sucesos de antaño, Editorial Académica Española, (2012); Resurrección holguinera de J M Keynes, Ediciones Holguín, (2002); Letra de guerra en el Cuarto Frente, Ediciones Holguín, (2000); La lucha guerrillera en la provincia Holguín, Ediciones Holguín, (1992) y Periplo llanero, Ediciones Holguín, (1991). Los que han salido como parte de equipos o compilaciones son: Derroteros historiográficos cubanos, Ediciones Holguín, (2016); Albores de la UNEAC en Holguín, Dictus Publishing, (2016); Historia de Cuba, Archivo general de la nación de República Dominicana, (2013); Del hecho al dicho, Ediciones Holguín, (2011); Holguín. La tierra más hermosa, Ediciones Holguín, (2008); Bolívar; reflexiones y comentarios, Editorial Félix Varela, (2003); Misión especial de operaciones, Sección de investigaciones históricas del comité provincial del Partido, (1990) y La columna 32 en combate, Dirección Municipal de Cultura, (1987). Comencé tratando la lucha guerrillera en los llanos de la antigua provincia de Oriente, luego fui extendiéndome a la actual provincia Holguín; más tarde me interesé por el comportamiento del factor económico en Holguín durante el período de 1952 a 1958 y así fui elaborando una interrelación de factores que, ubicados en el contexto nacional, me sirvieron para redactar el capítulo. La última insurrección antioligárquica, contenida en la Historia de Cuba, publicada en República Dominicana. Por necesidades diversas, participé junto a tus profesores Rafael Cárdenas y Alexander Abreu en la investigación y redacción de un capítulo del libro de Pensamiento bolivariano que elaboramos el claustro de esa asignatura en La Habana para poder impartirle las clases a los trabajadores sociales venezolanos y, por intereses de la UNEAC, entre tu otro profesor, David Gómez, y yo escribimos sobre el surgimiento de una tradición cultural holguinera y la formación de una vanguardia artística en la provincia que propiciaron el surgimiento de la UNEAC. 
LLL: En su opinión, ¿cuáles son las tendencias que han predominado en la historiografía holguinera? 
MOC: La historiografía holguinera hay que comprenderla dentro de su contexto. Desde 1959 y antes de 1986 no había editoriales en Holguín. Los historiadores del territorio que deseaban publicar debían hacerlo en editoriales habaneras o quizás la Editorial Oriente, por lo regular, y eso estaba reservado a los William Gálvez, Enrique Gay Calvó, José Juan Arrom antes de emigrar, entre otros que se habían radicado en la capital. No obstante, sí había imprentas en Holguín pero se dedicaban a imprimir etiquetas para envases de diversos productos y las planillas del trabajo administrativo de las diferentes empresas. En ese año Cultura “descubrió” que en su imprenta se podían imprimir libros y todo cambió. Hasta donde conozco, entre 1959 y 1986 la mayor parte del trabajo historiográfico estaba centrado en las páginas de ¡Ahora!, cuando eso, salía a diario, tenía el doble del tamaño que tiene hoy y el Partido lograba que en sus páginas centrales completas o en su última página, sacara trabajos investigativos importantes. Así salieron varios resultados investigativos de Andrés Ramírez Feliú, Ángela Peña Obregón y hasta de William Gálvez sobre las Pascuas Sangrientas y el ajusticiamiento a Cowley. Hubo artículos sobre el movimiento obrero, creo que en ellos está la mano de José Abreu, Hernel Pérez y varios proletarios más. También salieron muchas síntesis biográficas de mártires y luchadores mambises. Las efemérides por lo regular demandaban en sus páginas un trabajo de algún historiador. A similitud de todo el país, particular impulso tomó la investigación histórica tras el Centenario de las guerras de independencia en 1968. Allí Fidel Castro hizo un llamado a escribir la historia del país y sus regiones y así surgieron los activistas de historia. Gente que incursionaba en la ciencia de Clío por puro placer, muchas veces sin preparación alguna y sin aspiraciones a ningún tipo de remuneración por lo que hacían, a lo sumo, ver su escrito publicado en las páginas del periódico. Eso los hizo blancos de muchos ataques por la falta de crítica historiográfica, eso llevó a las versiones elaboradas no pocos hechos inciertos, pero dejaron una cantidad de estudios de donde se puede beber a buches grandes, buena parte de sus trabajos hoy están atesorados en los Fondos Concurso Primero de Enero; Investigaciones, ponencias y conferencias; División político administrativa y Biografías de mártires locales y nacionales del actual Archivo Provincial de Historia que surgió en torno a la década del 80. Ahora te voy a copiar algunos pasajes de un libro que todavía está inédito, lo hago confiando en ti y porque no voy a ponerme a inventar si hay cosas que ya están redactadas. «Al unísono, surgió el Boletín Histórico. Publicación periódica holguinera patrocinada por la Comisión Regional de Historia de la Comisión de Orientación Revolucionaria (COR) del Partido Comunista de Cuba (PCC) en el regional Holguín-Gibara. Surgió como una necesidad creada por el discurso del comandante en jefe Fidel Castro Ruz del 10 de octubre de 1968, con motivo del Centenario del inicio de las guerras por la independencia, cuando llamó a la investigación y divulgación de la historia patria. En tal virtud, durante los meses siguientes se formaron los equipos de activistas de historia y ellos requerían de un órgano para divulgar los resultados de su labor. Su primera directora fue Lilia Vallejo y el primer número vio la luz en julio de 1969.» »El boletín sufrió interrupciones en el tiempo y resurgió en dos ocasiones posteriores: una en 1971 y otra en 1975. 
 »Tuvo una orientación temática amplia pues incluyó artículos sobre las Guerras de Independencia, la lucha insurreccional, la historia de los centrales azucareros del regional Holguín-Gibara, síntesis biográficas de mártires y patriotas, o la jocosa reseña que hiciera Juan Albanés sobre la primera referencia a Holguín de alcance internacional, realizada por Alejandro von Humbolt en su libro Viaje a las regiones equinocciales del Nuevo Continente. »Entre los temas abordados se encuentra la exploración arqueológica en torno a la Bahía de Naranjo, realizada por la Sección de Arqueología del Grupo Científico de Holguín durante quince días del mes de agosto de 1970. Los monumentos locales también fueron tratados en la publicación, en especial la Batería de Fernando VII de Gibara y el fortín de la calle José Antonio Cardet en la ciudad de Holguín. »También se divulgaron documentos importantes para dilucidar el comportamiento de procesos regionales en sucesos de alcance nacional como la reseña de José Cué Bada sobre la visita de Calixto García a los conspiradores holguineros en los días previos al alzamiento del 10 de octubre de 1868, donde el jefe de los conspiradores, Belisario Álvarez y Céspedes se comprometió a secundarlo tan pronto ocurriera y terminó pasándose al bando español. 
«Es importante destacar que el boletín tenía vida gracias al trabajo voluntario aportado por los obreros del periódico ¡ahora!, de la Imprenta de Artes Gráficas en Holguín y los de la imprenta del propio Comité Regional del Partido en Holguín.» Siguiendo con la misma fuente inédita viene esta otra parte. 
«En el propio 1986 surgió la Revista de Historia. Publicación periódica holguinera, de frecuencia trimestral, auspiciada por el Departamento de Orientación Revolucionaria (DOR) del Partido Comunista de Cuba, en la ya elevada a la categoría de provincia, Holguín; de tal forma, se inspiraba en lo expresado en el Programa del Partido: “La historia de la formación de la nación cubana y de la Revolución, en su sentido integral, será objeto de estudios que generalicen con alto nivel teórico sus principales hechos, etapas y enseñanzas.”
»Su director era el Licenciado en Historia Hiram Pérez Concepción y expuso como objetivos constituir una vía para estimular e impulsar las investigaciones históricas en la provincia por parte de los activistas de historia y los integrantes de la UNHIC. Buscaba lograr un mayor conocimiento de la historia nacional, profundizar en la riqueza histórica local y sensibilizar a todos en el deber de conservar los monumentos y documentos y así preservarlos para el futuro. Todo ello bajo la convicción del valor formativo y el significado ejemplarizante, implícitos en la verdad histórica, “ciencia que es como un ojo abierto, previsor del futuro, y posee la fuerza de una palanca viva para la acción social transformadora”. 
»Desde su inicio se reconoció como continuadora del Boletín Histórico de Holguín publicado por la propia entidad desde julio de 1969 y en su posterior salida durante 1971 y 1975. 
»Al principio se diseñáron los números de manera temática. Así, el primero, de julio a septiembre de 1986, fue dedicado a la figura de Máximo Gómez en virtud de cumplirse el 125 aniversario de su natalicio en ese año, el segundo tuvo como centro el centenario de la abolición de la esclavitud, el tercero discursó sobre el recorrido histórico del gobierno en la localidad en virtud de que la Asamblea Provincial del Poder Popular estaba próxima a rendir cuentas de su desempeño a la Asamblea Nacional de dicho órgano. Otros números fueron dedicados al resultado de las investigaciones arqueológicas —con particular énfasis en el resultado de la excavación del Chorro de Maíta, que se realizaba por esos días por parte del Departamento Centro Oriental de Arqueología— y hubo uno dedicado a la figura del comandante Ernesto Guevara, en especial, a revelar sus vínculos con el territorio de la provincia Holguín. 
»Luego, la selección temática fue flexibilizándose y los números fueron más diversos. Contó con las colaboraciones de los investigadores de la provincia encabezados por el Dr. C. José Manuel Guarch Delmonte y de académicos de otras regiones como Gabino la Rosa Corzo y Carlos Rafael Rodríguez. 
«En 1990, cuando era la única publicación especializada certificada de la provincia y servía con creces al crecimiento de los investigadores respecto a categorías científicas y docentes, debido a las limitaciones con el papel y la tinta que provocó la caída del campo socialista esteeuropeo, cumplió con disciplina las indicaciones brindadas por el Partido y cesó de publicarse cuando el número que debía salir en fecha próxima estaba terminado por completo y quedó inédito.» Ahora te respondo de manera espontánea. En un balance de ese primer período creo que merece resaltarse el poder descriptivo de los trabajos. La gran mayoría de los autores afirmaba estar guiados por el marxismo-leninismo y tras esa afirmación venía el aguacero descriptivo. No obstante, tal es la honrosa base de lo que vino después, donde destacaron y se consolidaron como historiadores buena parte de las figuras que hicieron esos trabajos pioneros. Conviene señalar que ya para 1986 las instituciones de mayor fuerza en la investigación histórica en Holguín eran el Instituto Superior Pedagógico y las dependencias de Patrimonio, que también convocaban los principales eventos de historia ya desarrollados en la ciudad: la Semana Cervantina y el Evento de Investigadores del Patrimonio. Pero en 1986 surgieron avispadas voluntades integradoras. Por pura ironía del destino, el centro estuvo lejos de las intituciones mencionadas, en el Sectorial Municipal de Cultura donde hombres como Julio Méndez, Jorge González, Jorge Hidalgo, Alejandro Querejeta y Gilberto González Seik decidieron darle un nivel cualitativo superior a las Jornadas de la Cultura Holguinera y crearon el Premio de la Ciudad. Al principio lo convocaron en literatura, artes plásticas y no recuerdo cuál otras manifestaciones artísticas. La Historia no estaba, tuvo que ganarse el puesto, pero los historiadores comenzaron a presentar trabajos en literatura, en los géneros de testimonio y ensayo y, puede parecer extraño, ganaron por encima de los trabajos literarios. Eso puso muy bravos a algunos cultores de la literatura de ficción. Los libros ganadores se publicaban en la imprenta de Cultura a lo largo del propio año donde se premiaban. Para evitar esa “herejía historiográfica”, cuando en 1990 se presentó la solicitud de extender el Premio a Historia, los organizadores no pusieron muchos peros y desde entonces los historioadores dejamos de estar “colados”. Así comenzaron a publicarse en Holguín los libros de Historia, con el aval de un jurado conocedor que reconocía su calidad. Era difícil meterse con esa realidad. Si te lees el Catálogo literario de Ediciones Holguín podrás saber todos los premios de cada año. A su vez, la Sección de investigaciones históricas del Partido, dirigida por Hiram Pérez, aprovechó los fondos que le asignaban para propaganda, y el hecho de que había surgido un centro poligráfico en la ciudad, para sacar títulos como El ferrocarril de Gibara a Holguín, otro sobre José Miró Argenter, el que hicimos un equipo de activistas de historia titulado Misión Especial de Operaciones; el gran best seller de Holguín: Carlos Borjas, un hombre de su pueblo de José Murt y varios más, que no logro recordarlos a mis más de seis décadas de vida. Aunque estos libros también afirmaban ser marxistas, todavía hubo en ellos una esencia descriptiva. 
LLL: A su juicio, ¿cuáles son los déficits temáticos, teóricos y metodológicos que han experimentado y aún experimenta la historiografía holguinera? 
MOC: Los temas son muy diversos. Desde finales de los 90 ha surgido en Holguín no poca cantidad de maestrías; quienes defienden la tesis, en el mes de enero que sigue, van al Sectorial Municipal de Cultura para que su Consejo Editorial evalúe la posibilidad de publicar esos trabajos. En general, hay ciertos cultores de la literatura de ficción que los consideran “trabajos de historia”, aunque las propuestas giren en la esfera de disciplinas como la sociología, la psicología, la filosofía, la comunicación social o cualquiera otra de la “ías” que conocemos. Además, ha crecido el número de editoriales holguineras, ya están La Luz, La Mezquita y Conciencia —entre las que publican Historia—, con miles de problemas pero viven y caminan. El tema más publicado desde 1959 es el de las Guerras de Independencia, con los tiros y cargas a caballo como centro. Todo con nuestro apologético estilo de tratar a los mambises. Hay menos análisis de las coyunturas políticas, de procesos sociales, etc. Creo que la gran excepción es Abreu. Después vienen los tiros de la insurrección, digo, los pasajes insurreccionales. Hay poco sobre la Revolución en el poder y, aunque los logros de José Novoa sobre nuestra historia temprana han conllevado a no pocas polémicas, el tema se trata todavía sin llegar al punto crítico que ayude a resolver los principales problemas que tiene: falta de multidisciplinaridad, ausencia de resultados genealógicos, poca integración con los resultados arqueológicos, deseos de que entre en él la antropología económica y hasta la cultural, por solo mencionar los más perentorios. En general, la temática menos estudiada es la económica. Buena parte de los pocos libros que la abordan olvidan que la economía es elementalmente estructural y no se preocupan por conformar la estructura del territorio en distintos momentos y poder apreciar mejor el desempeño mediante la comparación de esas estructuras. Para resumir voy a parafrasear a Rigoberto Segreo, los problemas fundamentales son: necesitamos integrar parcelas para evitar la atomización del objeto de estudio; investigar no solo los momentos de cambio brusco sino también los de movimiento evolutivo; abordar procesos más allá de la alabanza que inspira la heroicidad, nutrirnos de la vida cotidiana de cada momento para alimentar las digresiones teóricas; rebasar el estudio de figuras e ir a niveles de periodización de procesos, de ciclos, de corrientes; balancear los estudios de las diferentes etapas porque, como estamos, no es posible tener una exhaustiva historia de Holguín; preocuparnos más del por qué y el para qué, pues es tarea de plantilla del historiador resolver el qué, quién, cuándo y dónde; recordar que la nación solo se realiza en su lucha con la antinación por lo que hay que estudiar a ambas; eliminar los prejuicios a entrar en los aspectos controversiales de los procesos, en sus inconsecuencias con las situaciones histórico concretas. Y sobre todo, recordar que la historia tiene varias funciones, no una sola. Es imprescindible comenzar por la obtención de conocimiento, por su contenido gnoseológico, sin él no hay identidad, axiología comprensible o relaciones de poder equitativas. Eusebio Leal siempre insistía: “La Historia se puede explicar, lo que no se puede es negar”. No te voy a decir más, porque en mi libro Miradas de hoy a sucesos de antaño hice un pequeño ensayo sobre el tema y espero que lo consultes. Surgió allá por 2002, algunas cosas pueden haber cambiado en la realidad y otras que supuse se darían, pueden estar ausentes todavía. Se llama La Producción historiográfica holguinera posterior a 1959.

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